Thursday, December 07, 2006

El Corredor de la Suerte, segun Joserra, el tercer Duncan




Recien salido el nuevo disco de Mikel, reaparece Jose Ramon Viles "Joserra", el ex-baterista de Duncan Dhu, que al igual que Pete Best, quien dejara a los Beatles o lo dejaran ellos a el, Joserra dejo de pertenecer al ex-trio Donosti apenas alcanzaban fama internacional, publica un libro que habla de los primeros dias y exitos del grupo; "Duncan Dhu, Cronica de un exito"

Al parecer este libro ha sido bien recibido por los fans tanto de Duncan como de Diego Vasallo y Mikel Erentxun, espero que sancho clos se acuerde de mi esta navidad y me deje junto a los regalos de Karen algo que leer.

Mikel acaba de sacar disco nuevo y aprovechando los reflectores que en dias pasados estubieron por el ex-duncan, ha dado su opinion sobre este nuevo material, muy atinados los comentarios, dignos de un buen amigo o tal vez de alguien que espera vender muchos libros, algunos piensan que es lo segundo, lo cierto es que el año pasado en la presentacion del disco homenaje a Duncan, estubieron juntos los tres ex-integrantes y Mikel estubo con Joserra en la presentacion de su libro.

Aqui les dejo las palabras de Joserra:

HUELLAS EN EL CORREDOR.

Mikel es un tipo sorprendente. Nunca logras saber a ciencia cierta que será lo próximo que va a hacer. Dicen que en la búsqueda de una solución novedosa ante una situación incierta se esconde la definición de la creatividad. Así será. Lo que parece claro es que la labor de un creador no es dar respuestas, sino lanzar preguntas al aire sobre las que reflexionar; plantear paradojas, sembrar la duda entre el auditorio. Ésa es la suerte del disco de este corredor de fondo en el que se convirtió Erentxun hace ya muchos años. Cuando crees que has dado con la clave de su nuevo disco y piensas: “ya está, esto lo hubiera podido firmar con los primeros Duncan”, tres minutos más tarde va y, ¡zás!, ya te ha metido en otra nueva duda y te das cuenta que sí, pero no, que hay mucho más. “¿Está Mikel en la senda del country?” y te respondes, “claro, eso es”, pero poco después, oyes la voz de Mikel susurrándote al oído: “¿en qué parte del corredor estoy?”
Obligado a seguir escuchando una y otra vez, porque necesitas conocer más, porque ya te tiene cogido, atrapado entre los acordes de unas melodías que se ensanchan hasta el infinito en estribillos donde la vista no alcanza a ver el horizonte, metido de lleno en el corredor de la duda, te agarras a Johnny Cash, a Neil Young, a la mejor de las tentaciones de Lloyd Cole, y sigues sin poder parar la enésima audición. Nuevas preguntas, más matices, innumerables guiños al pasado y al presente de éste autor que fue acróbata sobre la cuerda floja de ciudades que le iban saliendo al paso. Y llegado este punto te asalta la gran duda ¿el mejor disco de toda su carrera? Probablemente, pero lo que queda claro es que, ésta su ultima obra, está llena de madurez; la madurez necesaria si se quiere cruzar el “río Verde “ de los Credeance, Arkansas junto a Neil Young o bajar hasta Louissiana, donde en cualquier cruce de caminos te espera el diablo sentado sobre la funda de una guitarra. Porque ahí se esconde el peligro, en que quedes atrapado y renuncies a contar tus propias historias. No es el caso. Aliado con J.M. Cormán, Mikel no renuncia a narrar, empeñados como están en que conozcamos a Marcos, a Nerea, en citarnos con la chica del pelo negro en aquel bar que un día se llamó Penny Lane, con la esperanza que nos disparen un “te quiero” directo al corazón, en recordarnos que una vez vivimos un año 1977 y que hay dados a los que les falta una cara.
No es un secreto que éste disco marcará un punto de inflexión en la carrera de Mikel, como tampoco lo es esa mirada a las músicas surgidas en las orillas de ese gran río que nace en Minnesota para desembocar en el profundo Sur. El mismo en el que buscaron inspiración Twain, Faulkner, Robert Lockwood Jr o Robert Johnson. El río, metáfora de la vida, descendiendo montañas, partiendo en dos cuantos valles y ciudades encuentre a su paso. Ríos, llámense Mississippi, Urumea o Bidasoa, que vertebran las cuarenta canciones de un doble CD que huele a polvo, de carretera y del otro, que sabe a barrica de madera en las que madurar canciones que, como licores añejos, calientan la boca en un primer momento y mantienen su aroma tiempo después de haberlos consumido.
Un tipo sorprendente éste Mikel. Nunca hace lo que los demás esperan de él.
Veo su silueta apoyada en el umbral de la puerta de acceso a un soleado jardín. Un momento de corto descanso, el suficiente para coger fuerza y ponerse de nuevo a correr por ese corredor sobre el que imprimir huellas con forma de canción. Un corredor que parece no tener fin.

Juan Ramón Viles

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